miércoles, 19 de agosto de 1998

AL ACUEDUCTO DE NOAIN

AL ACUEDUCTO DE NOAIN

Seco estás, grandioso ciempiés inerte.
Como seca está mi Navarra en su Bardena de oro
y en su alma de vieja cristiana.
El agua que cantaba con las mozas en las fuentes de Pamplona
ya no moja tus entrañas frías de piedra musgosa.

Fuiste emblema orgulloso del progreso que, suicida, calma la sed
de sus hijos
y luego los atropella.
Fuiste lo nuevo, la moda,
el hijo de la paz, del orden, el sello generoso del siglo de la luz,
el viento que pasa violento las hojas de la historia.

Pero te hicieron de piedra, amigo,
no de hierro, o cemento.
De piedra, como una iglesia.
¡Te creías el primero y eras el último!
¡tan altanero!

Por eso te dejan en pie
y no te han sepultado los hombres que de tí bebieron.
Porque te hicieron de piedra, amigo.
Como una tumba.
De piedra.
Como un templo.