sábado, 17 de abril de 2004

DESPACIO

DESPACIO

Despacio.
Que pisas un suelo sagrado.
¡Despacio!

Ella duerme
(o tal vez sólo lo finge).

Su respiración
va marcando
un ritmo de solemnidad en el aire.

Sus manos benditas
-¡cuánto bien han de hacer!-
yacen entreabiertas.

Esos ojos cansados
-¡cuánto consuelo no han de dar!-
ahora no reciben.

Y esa voz silente...
-¡qué formas no ha de componer!--
ya verás cuando despierte.

Como una catedral de sueños
se está levantando despacio este espacio
sacrosanto,
como un bosque embrujado,
como un altar en el centro del mundo.

Por eso te lo advierto:
vete despacio.
Despacio.